En el siglo V antes de Cristo, existían en Rodas, leyes que contemplaban la obligación que tenían los cargadores al objeto de contribuir a la reparación económica de los daños causados por tempestades, e incluso rescates de buques en poder de los enemigos.
Documentos antiguos reflejan rastros de lo que podrían ser los primeros ensayos de la actividad aseguradora, o cuando menos, de un cierto ambiente de solidaridad promovido por las desgracias que a menudo ocurrían a los componentes de las caravanas que cruzaban la antigua Babilonia, y que a menudo estaban sometidos a robos y pillajes, cuyos daños soportaban en forma solidaria.
El surgimiento del seguro marítimo fue posible en la Edad Media, gracias al desarrollo del comercio marítimo en la zona del Mediterráneo (tanto en Europa como en el Cercano Oriente). Haciéndose necesario garantizar la solvencia financiera, en el caso que ocurriese un desastre de navegación. Hasta épocas muy recientes no aparecen debidamente constituidas las primeras empresas, o instituciones organizadas con la actual estructura económica, y social; Los estudios estadísticos, permitieron esta evolución; pero, se sabe que eventualmente, Inglaterra resultó ser el centro marítimo del mundo, y Londres vino a ser la capital aseguradora para casco y carga.
Las antiguas civilizaciones de Babilonios e Hindús utilizaban prácticas que sirvieron de base para los inicios del actual sistema de seguros. Existían además formas de aseguramiento de buques, generalmente relacionados con la práctica de préstamos a la gruesa, esos tratados iniciales eran conocidos con el nombre de Contratos a la Gruesa; donde a menudo el dueño del barco, tomaba en préstamo una cantidad que correspondía con el valor de la mercadería transportada en su buque. Pagaba el capital, (más un elevado tipo de interés), en el supuesto de que arribara al puerto. En caso de naufragio, hacía suyo el citado préstamo.
Esta actividad no puede considerarse exactamente un seguro, ya que el pago de la prima estaba condicionado a la existencia de un siniestro, y la indemnización, se entregaba anticipadamente; sin embargo, si el banquero financiaba a propietarios cuyas pérdidas resultaban mayores que las esperadas, éste podía perder dinero.
En esta época se instaura el sistema de "pago por daño". Un decreto del Papa Gregorio IX del año 1,230, prohíbe el pago de todo tipo de intereses, con lo que se modificaban las operaciones de préstamo a la gruesa ya mencionados. Mediante esta disposición se instaura la prima de seguro, y se abona la indemnización en caso de ocurrir el siniestro. Esto ya se parece mas al concepto de seguro.
A mediados del siglo XIV a finales del XVII aparecen los primeros contratos de seguros marítimos a consecuencia de la creciente actividad de este sector económico. El primer documento del que se guarda testimonio escrito, pertenece a un contrato de seguro, del buque " Santa Clara", en viaje desde Génova hasta Mallorca, allá por el año 1,347. Este contrato ya tomaba la denominación de "Polizza". Al mismo tiempo aparecen las primeras disposiciones legales de la actividad aseguradora, que de estar representada por una persona individual, pasa a tener la forma de entidades pluripersonales, y sociedades anónimas.
Es en París en 1.668 donde se funda lo que se puede considerar la primera Compañía de Seguros por acciones, dedicada al seguro marítimo.
Las primeras impresiones del seguro de vida se encuentran en las antiguas civilizaciones, en la época del esplendor y dominación romana se conoce que existieron asociaciones religiosas de artesanos que acostumbraban colectar y distribuir fondos entre sus miembros en caso de muerte de uno de ellos (por medio del pago de una cuota, aseguraban sus propios funerales). A lo que hoy en día conocemos como seguro de sepelio.
A través de los gremios surgen las llamadas "GUILDAS", empresas que se parecían a mutualidades de carácter religioso generalmente, y que poco a poco, fueron cobrando aspecto lucrativo, y por lo tanto comercial.
Seguro de Incendio:
El tremendo incendio que sufrió la ciudad de Londres en 1.666, delató la imperiosa necesidad de dar cobertura a las precarias construcciones de la época, por lo tanto es en ese tiempo, cuando se crean las primeras aseguradoras de incendios.
El surgimiento del seguro de incendio fue posterior, es decir, en el siglo XVII, después que un incendio destruyera la mayor parte de Londres. Después de ese acontecimiento se formularon muchos planes, pero la mayoría fracasaron, nuevamente se debió a que no constituían reservas adecuadas para enfrentar las pérdidas subsecuentes de las importantes conflagraciones que ocurrieron.
Las sociedades con objeto asegurador aparecieron alrededor del 1,720 y en las etapas iniciales los especuladores y promotores ocasionaron el fracaso financiero de la mayoría de estas nuevas sociedades. Eventualmente las repercusiones fueron tan serias, que el Parlamento restringió las licencias, de tal manera que sólo hubo dos compañías autorizadas. Estas aún son importantes compañías de Seguros en Inglaterra como la Lloyd's de Londres; una corporación de aseguradores particulares. Es conocida su fundación a raíz de las reuniones de aseguradores de riesgos en el café de un tal Edward Lloyd, esto sucedió en el año 1,769.
Es en esta época cuando se da un salto cualitativo, dado que ya no solo se aseguran hechos naturales, sino que aparecen coberturas para daños causados por las personas, y también a las propias personas. Este tipo de seguros obligan a realizar cálculos mucho más técnicos, que los que se hacían hasta ese tiempo.
Son los pioneros PASCAL, y FERMAT, que hicieron trabajos relacionados con el cálculo de probabilidades. Así mismo son conocidos los estudios efectuados por HALLEY, sobre la mortalidad, y los realizados por BERNUOLLI, en su formulación de "La ley de los grandes números". Nace aquí, la ciencia aseguradora. En el siglo XVIII nacen en Europa, numerosas empresas aseguradoras, similares en su constitución, y estructura a las actuales. El siglo XIX trae a la actividad, el desarrollo, y la complejidad que carecía.
La evolución que experimenta la sociedad durante el siglo XIX, que afecta a las condiciones de vida tiene su influencia en el desarrollo del sector asegurador. La cada vez más amplia industrialización, y el aumento de la población urbana hacen surgir fenómenos que sin duda favorecen la idea individualista en contraposición con la idea de seguridad del grupo familiar imperante hasta ahora. Aparecen nuevos riesgos que muchas empresas asumen sin demasiadas garantías, por lo que surge un fuerte intervencionismo por parte de los Estados.
Es en esta época cuando el sector asegurador, como institución, contribuye al fuerte desarrollo industrial, y adapta sus estructuras, a las nuevas exigencias del mercado, y a su vez éste encuentra en el seguro, un gran soporte para su evolución.
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